lunes, 28 de noviembre de 2016

Camino al Norte

El fuego crepitaba en el interior de la cueva, mientras los dos compañeros se calentaban las manos y preparaban la comida suya y de Enrich, que se encontraba en la entrada como vigía. Este tenía una pesada capa sobre sí para luchar contra la implacable lluvia que caía más allá de la tela que habían colocado para evitar que se viera desde lejos el brillo de la luz.


-Maldita sea, apenas nos quedan comida o municiones. Mañana tendremos que volver hacia el pueblo que vimos antes y ver si encontramos algo.

-No creo, seguramente que se llevaron todo al marcharse, y no tenemos tiempo para ponernos a fundir el cobre y forjar perdigones.

-Da igual, dudo que nos encontremos muchos pueblos una vez entremos en las montañas, tenemos que intentarlo. Puede que fueran exterminados y no les diera tiempo de huir con las provisiones.

                   -¡Joder! ¡No digas eso Drew¡

               -¿Qué más da? Son ellos o nosotros, y si no escaparon a tiempo sin duda están muertos, pero nosotros podremos aprovecharnos de eso. ¡Y deja de llamarme Drew! ¡Soy Andrew! ¿Te gustaría que te llamara enano?

                - ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Por cierto Drew… ¿alguna vez has matado a alguien?

                -Estúpido… Si… he matado a algunas de esas cosas, a bastante debo decir.

                -No me refiero a eso, digo si has matado personas.

                -Si… he matado a tres.

                -¿Cómo fue?

                -¿A qué viene esto Hawk? No es algo que me guste recordarlo sinceramente.

               -Es que tengo miedo… puede que nos encontremos con algún saqueador o algo así… y no sé si podré defenderme.

               -Podrás… o morirás. A ver… Precisamente a la primera persona que maté fue un saqueador. Aunque ahora que lo pienso, creo que era más bien un niño asustado que trataba de conseguir algo de comer.

               -¿Qué pasó? ¿Por qué…?

               -¡Cállate! No me interrumpas capullo… Yo había ido a mear y oí un disparo así que corrí de vuelta al claro y me lo encontré apuntando a mi madre y mi hermano con una escopeta, con esta escopeta de hecho. Así que corrí gritando hacia él y le apuñalé. Fue una estupidez y estuve a punto de morir, pero creo que él estaba tan aterrorizado como yo y no pudo dispararme a tiempo.

                El tercero que tuve que matar fue a mi hermano Neil.

           -¿Qué…? Perdona.- Se interrumpió al ver la furibunda mirada de su compañero.

         -El primer disparo lo había herido de gravedad en el estómago, en realidad ya estaba sentenciado, pero yo tuve que acabar con su sufrimiento. El segundo, fue exactamente 15 segundos antes de matar a mi hermano. Para poder sobrevivir tuve que matarme a mí mismo antes de ayudar a mi hermano. Tuve que asesinarme para poder sobrevivir. Sé que suena cómo una estupidez pero así es como lo siento. La persona que agarró aquel cuchillo no era la misma que un minuto después lo enfundó tras limpiarlo. Incluso perdí a mi madre ese día. A partir de entonces fue apagándose poco a poco, así que podría decirse que en realidad he matado a cuatro.

                -No podías hacer otra cosa, no debes culparte.

               -No lo hago, hice lo que debía para sobrevivir. El mundo había cambiado con la llegada de esas cosas, pero no lo comprendí del todo hasta ese día. Ya no había médicos, ni gobierno, ni posibilidades para los débiles, ¡joder! Ni siquiera hay ya recaudadores de impuestos.

                -¿Que eran esos recaudadores?

                -Según mi padre, unos bastardos que venían cada mes a robarte el fruto de tu trabajo para mantener a unos parásitos. Es curioso porque mi propio padre era el señor de un gran condado y tenía sus propios recaudadores, pero jamás le oí hablar mal de ellos. Supongo que todo el mundo se queja de que la suela de la bota del que es más poderoso no le deja ver el sol. Y hasta eso cambió después de aquel Agosto.
                -¿Que le pasó a tu padre?

                -Murió defendiendo el castillo por lo que sé. Había llegado hacía una semana el mensaje de que los invasores eran alérgicos al cobre y sus aleaciones, que morían cómo ratas con su contacto, así que había arrancado y pelado todos los cables de la ciudad salvo los fundamentales para las luces y las armas automáticas del castillo. Equipó a todo el que mundo con espadas de bronce, que era más resistente que el cobre, fundió miles de balas y se preparó para resistir hasta la llegada de las ayudas. No resistieron ni una noche, aunque debo decir que se llevó a muchos por delante, pero eran demasiados… Aunque el mensaje no mentía, ya sabes que aún así esas mierdas no son fáciles de matar… Ya sabes cómo son. Dónde parece haber uno en realidad hay 10, Se esconden en la oscuridad y hacen esas cosas tan raras… mi madre decía que es magia, que son monstruos de los cuentos antiguos, pero mi padre decía que eran hombres con armas poderosas, aunque estoy seguro que esa noche cambió de idea, al menos en lo que respecta a lo de que eran hombres.

                -Drew… siento haberte hecho recordar esto… Dime… ¿Por qué vamos hacia el norte?

                -Ya lo sabes… pero aprecio el intento por cambiar de tema.

            -No en serio, ¿qué crees que hay al Norte? He oído muchas versiones pero nadie lo sabe seguro.

          -Es verdad, Einrich cree que hay algo en el Norte que es mortal para esas cosas. Otros dicen que unas cuantas naciones han creado un poderoso ejército que avanza hacia el sur con soldados con armaduras de bronce, espadas, lanzas, escopetas e incluso tanques que disparan tanta metralla que los enemigos no tienen ninguna posibilidad. Un estúpido incluso me dijo que había recuperado los planes de exploración espacial y están construyendo una gran arca para llevarnos a todos a otro planeta… gilipolleces.

                -Entonces… ¿por qué vas hacia el norte? ¿Qué crees tú?

             -Yo creo que no hay nada, creo que al norte de aquí sólo hay más y más norte. Es más sencillo así. Y si luego encuentro la salvación, diré que era exactamente eso lo que andaba buscando. Así es más sencillo. Si haces planes e imaginas demasiado, acabas por frustrarte y rendirte. Y tampoco podemos quedarnos parados, y para mí el Norte es tan bueno como el Éste, cuando avanzo no necesito mirar atrás.

                -¡Joder calláos ya malditos loros!- Tronó la voz de Einrich desde la entrada. -¡Y acostaos ya, que Drew tiene que sustituirme dentro de tres horas!


                -Mierda tío… ¡Me llamo Andrew¡