El fuego
crepitaba en el interior de la cueva, mientras los dos compañeros se calentaban
las manos y preparaban la comida suya y de Enrich, que se encontraba en la
entrada como vigía. Este tenía una pesada capa sobre sí para luchar contra la implacable lluvia que caía más allá de la tela que habían colocado para evitar que se
viera desde lejos el brillo de la luz.
-Maldita
sea, apenas nos quedan comida o municiones. Mañana tendremos que volver hacia
el pueblo que vimos antes y ver si encontramos algo.
-No
creo, seguramente que se llevaron todo al marcharse, y no tenemos tiempo para
ponernos a fundir el cobre y forjar perdigones.
-Da
igual, dudo que nos encontremos muchos pueblos una vez entremos en las
montañas, tenemos que intentarlo. Puede que fueran exterminados y no les diera
tiempo de huir con las provisiones.
-¡Joder!
¡No digas eso Drew¡
-¿Qué
más da? Son ellos o nosotros, y si no escaparon a tiempo sin duda están
muertos, pero nosotros podremos aprovecharnos de eso. ¡Y deja de llamarme Drew!
¡Soy Andrew! ¿Te gustaría que te llamara enano?
-
¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Por cierto Drew… ¿alguna vez has
matado a alguien?
-Estúpido…
Si… he matado a algunas de esas cosas, a bastante debo decir.
-No
me refiero a eso, digo si has matado personas.
-Si…
he matado a tres.
-¿Cómo
fue?
-¿A
qué viene esto Hawk? No es algo que me guste recordarlo sinceramente.
-Es
que tengo miedo… puede que nos encontremos con algún saqueador o algo así… y no
sé si podré defenderme.
-Podrás…
o morirás. A ver… Precisamente a la primera persona que maté fue un saqueador.
Aunque ahora que lo pienso, creo que era más bien un niño asustado que trataba
de conseguir algo de comer.
-¿Qué
pasó? ¿Por qué…?
-¡Cállate!
No me interrumpas capullo… Yo había ido a mear y oí un disparo así que corrí de
vuelta al claro y me lo encontré apuntando a mi madre y mi hermano con una
escopeta, con esta escopeta de hecho. Así que corrí gritando hacia él y le
apuñalé. Fue una estupidez y estuve a punto de morir, pero creo que él estaba
tan aterrorizado como yo y no pudo dispararme a tiempo.
El
tercero que tuve que matar fue a mi hermano Neil.
-¿Qué…?
Perdona.- Se interrumpió al ver la furibunda mirada de su compañero.
-El
primer disparo lo había herido de gravedad en el estómago, en realidad ya
estaba sentenciado, pero yo tuve que acabar con su sufrimiento. El segundo, fue
exactamente 15 segundos antes de matar a mi hermano. Para poder sobrevivir tuve
que matarme a mí mismo antes de ayudar a mi hermano. Tuve que asesinarme para
poder sobrevivir. Sé que suena cómo una estupidez pero así es como lo siento.
La persona que agarró aquel cuchillo no era la misma que un minuto después lo
enfundó tras limpiarlo. Incluso perdí a mi madre ese día. A partir de entonces
fue apagándose poco a poco, así que podría decirse que en realidad he matado a
cuatro.
-No
podías hacer otra cosa, no debes culparte.
-No
lo hago, hice lo que debía para sobrevivir. El mundo había cambiado con la
llegada de esas cosas, pero no lo comprendí del todo hasta ese día. Ya no había
médicos, ni gobierno, ni posibilidades para los débiles, ¡joder! Ni siquiera
hay ya recaudadores de impuestos.
-¿Que
eran esos recaudadores?
-Según
mi padre, unos bastardos que venían cada mes a robarte el fruto de tu trabajo
para mantener a unos parásitos. Es curioso porque mi propio padre era el señor
de un gran condado y tenía sus propios recaudadores, pero jamás le oí hablar
mal de ellos. Supongo que todo el mundo se queja de que la suela de la bota del
que es más poderoso no le deja ver el sol. Y hasta eso cambió después de aquel
Agosto.
-¿Que
le pasó a tu padre?
-Murió
defendiendo el castillo por lo que sé. Había llegado hacía una semana el
mensaje de que los invasores eran alérgicos al cobre y sus aleaciones, que
morían cómo ratas con su contacto, así que había arrancado y pelado todos los
cables de la ciudad salvo los fundamentales para las luces y las armas
automáticas del castillo. Equipó a todo el que mundo con espadas de bronce, que
era más resistente que el cobre, fundió miles de balas y se preparó para
resistir hasta la llegada de las ayudas. No resistieron ni una noche, aunque debo
decir que se llevó a muchos por delante, pero eran demasiados… Aunque el
mensaje no mentía, ya sabes que aún así esas mierdas no son fáciles de matar… Ya
sabes cómo son. Dónde parece haber uno en realidad hay 10, Se esconden en la
oscuridad y hacen esas cosas tan raras… mi madre decía que es magia, que son monstruos
de los cuentos antiguos, pero mi padre decía que eran hombres con armas
poderosas, aunque estoy seguro que esa noche cambió de idea, al menos en lo que
respecta a lo de que eran hombres.
-Drew…
siento haberte hecho recordar esto… Dime… ¿Por qué vamos hacia el norte?
-Ya
lo sabes… pero aprecio el intento por cambiar de tema.
-No
en serio, ¿qué crees que hay al Norte? He oído muchas versiones pero nadie lo
sabe seguro.
-Es
verdad, Einrich cree que hay algo en el Norte que es mortal para esas cosas.
Otros dicen que unas cuantas naciones han creado un poderoso ejército que
avanza hacia el sur con soldados con armaduras de bronce, espadas, lanzas,
escopetas e incluso tanques que disparan tanta metralla que los enemigos no
tienen ninguna posibilidad. Un estúpido incluso me dijo que había recuperado
los planes de exploración espacial y están construyendo una gran arca para
llevarnos a todos a otro planeta… gilipolleces.
-Entonces…
¿por qué vas hacia el norte? ¿Qué crees tú?
-Yo
creo que no hay nada, creo que al norte de aquí sólo hay más y más norte. Es
más sencillo así. Y si luego encuentro la salvación, diré que era exactamente
eso lo que andaba buscando. Así es más sencillo. Si haces planes e imaginas
demasiado, acabas por frustrarte y rendirte. Y tampoco podemos quedarnos
parados, y para mí el Norte es tan bueno como el Éste, cuando avanzo no
necesito mirar atrás.
-¡Joder
calláos ya malditos loros!- Tronó la voz de Einrich desde la entrada. -¡Y
acostaos ya, que Drew tiene que sustituirme dentro de tres horas!
-Mierda
tío… ¡Me llamo Andrew¡