sábado, 19 de diciembre de 2015

Frente al ordenador

      Eric tenía una mala racha con las mujeres… o mejor dicho no tenía ningún tipo de racha desde hacía mucho tiempo. No era un muchacho feo, era brillante en los estudios y bastante simpático, pero cuando tenía una chica delante que realmente le gustaba, simplemente se bloqueaba. Unos meses atrás había quedado prendado de una compañera de carrera, pero después de armarse de valor (en un período record de cuatro semanas, setenta clases en común y tres espantosos amagos de conversación en la cafetería) ella lo había rechazado de manera educada, realmente se había comportado muy bien con él, lo cuál era un maldito asco, ya que ni siquiera podía odiarla para poder sobrellevarlo y culparle de su estado anímico actual.

       Hacía bastante que no salía con sus únicos amigos: Marcus y Vincent. Estos tenían sus parejas y carreras, de modo que la mayoría del tiempo que pasaban juntos era jugando online. Llevaba ya varios meses pasando su tiempo libre sentado delante de su ordenador, con las persianas bajadas y un recopilatorio de música heavy sonando al borde de hacer ladrar a todos los perros del vecindario. Sentía que estaba viviendo en una especie de limbo en la que los días pasaban siempre igual, oyendo música y matando orcos y demonios desde la pantalla de su ordenador, y lo peor era que el curso ya había terminado y se le planteaban unos meses con la misma rutina.

      — Eric tío, tienes que salir por ahí, no puedes quedarte en casa todo el fin de semana, no puedes empezar así el verano. —Le comentó Marcus a través del teléfono móvil — Yo voy a ir con Lauren de camping con sus amigos, puedes venirte si quieres.
      — Paso de verdad, Lauren es muy buena chica pero sus amigos son idiotas, además seguramente va a ser una convención de parejas.
      — Tío siempre con el mismo tema, ¿por que no usas una de esas Web de contactos? Mi hermano usa una y le va muy bien.
      — Tu hermano es deportista desde los cinco años y prácticamente modelo profesional, a mí con suerte me entrará un virus.
       — Mi hermano es un idiota que las espanta a todas en la primera cita o no las llama después de la primera noche, tú eres mucho mejor que él. Mira te pasaré el enlace de la Web y tu haz lo que quieras ¿vale?

       Pasó un par de días sin pensar en el consejo de su amigo, entretenido tratando de llevar a su mago a nivel cien, pero los domingos son aburridos hasta cuando vives en el más aburrido de los infiernos. 

        Tardó casi tres horas en rellenar su perfil y casi desistió cuando tuvo que rellenar sus puntos fuertes. Desde luego él mismo admitía que poner como hobbie: “pasar el fin de semana a solas jugando al Demon Dungeon con mi  Mago Alto elfo en calzoncillos oyendo System of a Down” no era la mejor carta de presentación de la Historia pero mentir no era algo que fuera con él.

        Otra batalla épica fue elegir una buena foto. Revisó todas las carpetas de su ordenador hasta que encontró una imagen suya en una fiesta varios años atrás. Lo habían pillado despistado y gracias a eso no aparecía con su habitual pose de “conejo cuando le dan las luces de un coche en la autopista”, aparecía alegre y relajado, casi… guapo. Le había costado trescientos veinte intentos pero estaba bastante orgulloso de su foto.

       Pasó los siguientes días mirando perfiles de chicas, algunas de ellas eran muy atractivas y ni intentaba hablarles ya que las veía fuera de su liga. Otras eran bastante de su estilo físicamente pero no le convencían por lo que decían de ellas mismas. En otras ocasiones era por la mirada, o por la sonrisa. No le gustaban aquellas que se daban aires de superioridad, pero aquellas que parecían demasiado amistosas le daban mala espina. En el fondo eran todo excusas, trampas que se hacía a sí mismo sin ser consciente siquiera de ello. Entonces vio a alguien que hizo saltar todas sus defensas: era guapa, pero sencilla, parecía simpática sin pasarse de efusiva, e incluso compartían aficiones.

       Aquella chica bajita y de ojos castaños, con el pelo corto y moreno,que aparecía charlando con una amiga, sentada en una mesa con una falda a cuadros roja y una camisa blanca, con una mirada inteligente y alegre, simplemente era perfecta. Al parecer, al igual que él lo había pasado mal con el amor recientemente y estaba en aquella página por despejarse y tratar de conocer gente, algo que le recordaba a él mismo. Visitó su perfil varias veces antes de decidirse ha hablarle, y cuando por fin lo hizo, sólo fue capaz de decirle una escueta frase:

       — Hola Seri24, he visto tu perfil y me ha gustado mucho, me encantaría charlar contigo.

      Esperó con el ordenador encendido durante horas, pero Seri24 no se conectó aquel día, así que Eric se fue a la cama pensando en que seguramente no le contestaría, que aquella frase de presentación era una mierda y sobre todo, que una chica como ella no se fijaría en alguien como él.

      Al despertarse por la mañana, encendió su ordenador lo primero, tal como siempre hacía, y su corazón dio un vuelco al ver que tenía un mensaje de la chica. Al abrirlo no pudo evitar su sorpresa:

      — ¿Qué es esto? ¿Una broma? ¡Vete a la mierda!

     Eric miraba la pantalla sin salir de su asombro, y aunque su primer impulso fue contestar con rabia, se lo pensó mejor.

     —Perdona pero ¿He hecho algo? No creo que sea normal que me hables así

     La contestación tardó apenas unos minutos en llegar.

     — ¿Por qué me haces esto? ¿Te divierte hacerme a sufrir? ¡Que te den, jodido loco!
    — No te entiendo de verdad, ¿le haces esto a todos? —Respondió de nuevo Eric, aunque sabía que debería pasar de aquella chalada.

     “Vaya con las páginas de contactos, desde luego mi gafe me persigue por todos lados” — Pensó al borde de las lágrimas. “Esta tía, ¿quién se cree para tratarme así?”

      A media tarde apareció de nuevo un mensaje, que esta vez realmente le enfadó.

     — Mira tío no se quién eres ni lo que quieres, pero déjame en paz, ni siquiera sé bien porqué estoy aún en esta página, pero tenía que contestarte, esto que me haces es horrible.
     — Sabes lo que te digo, que no te voy a dar el gusto. — respondió furioso.


    A partir de ese día, cada mañana al levantarse, Eric entraba en aquella página y saludaba a Seri24 con la mayor de las educaciones. Sabía que era una venganza pueril, pero realmente no podía evitarlo.

     — ¡Hola guapa! ¡Que tengas buen día!
     — Buenos días, ¿Que planes tienes para hoy?
     — Siento hablarte tan tarde hoy, pero anoche me acosté casi de madrugada, ¿Qué tal estás?

    Cada día Seri24 se conectaba y leía los mensajes, Eric lo sabía porque al lado de sus saludos aparecían unas señales azules. Pero ella jamás le contestaba.

      Una semana después una chica ojerosa y destrozada entró en la comisaría:
      — Hola, quería hacer una denuncia, hay un chico que me acosa por Internet.
      — Vaya, eso es extremadamente grave, dígame, ¿Qué le dice?
     — En realidad es siempre muy amable, nunca me ha dicho nada malo. Me habla a través de una página de contactos, quiero borrarla pero... simplemente no puedo.
      —Entonces ¿por qué dice que la acosa? Si el chico no le gusta ignórelo o bloquéelo, seguramente esa página dispone de esa opción.
      — ¡No puedo hacerlo! —Exclamó ella entre lágrimas
     — No la entiendo señorita, por supuesto tramitaremos la denuncia pero no creo que esto tenga mucho sentido.
      — Usted no lo entiende… no me va a creer.
      — Inténtelo.
     — Ese cabrón que me habla… ¡lo hace desde el perfil de mi novio! ¡Incluso imita su forma de expresarse!
      — Bueno, ¿no estará tratando de hacerle una broma?
     — ¡Eric está muerto!, ¡murió en un accidente hace un año, justo después de nuestro segundo aniversario!


     En el otro lado de la ciudad, alguien atrapado en el purgatorio solitario de su habitación conectaba su ordenador y escribía:

     —Hola preciosa, ¿te apetece ir al cine esta noche?


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